miércoles, 20 de noviembre de 2013

DIOS LLAMA AQUIEN QUIERE Y COMO QUIERE



 

Hola soy Yessenia, en esta oportunidad quisiera contarte la aventura de mi vocación. Primero déjame dar gracias a aquel Dios rico en amor que se fijo en mí, que no soy más que un instrumento vil. 

La vocación es un misterio de amor, desde pequeña me sentía inclinada a ser religiosa, quizá por estar rodeada de religiosas, lo que transmitían era alegría, solo eso me impacto, el querer ser como ellas, la verdad no me preocupaba porque sabía que eran cosas de niñas y cuando creciera lo iba a olvidar, efectivamente sin duda alguna paso. Solo me importaba estudiar, divertirme, ser feliz, como cualquier otra chica lo hubiese pensado, siempre estuve metida en grupos de la parroquia, pero iba porque me la pasaba bien, era un pretexto más para salir de casa, todavía no descubría que Dios estaba tejiendo mi vida silenciosamente.

 

Tuve una temporada en la que llegue a actuar como la moneda por llamarlo así, a dos caras: frente  a mis amigos del Cole o del barrio, era solo salidas, fiestas… que me llevo a ser locuras de adolescentes, creía tener yo la razón, sin embargo  en la parroquia era distinta. Yo pensaba y aseguraba que era feliz, que equivocada estaba, pues eran días grises, pero allí estaba Dios, sus planes para con sus criaturas son perfectos, y por su infinita ternura ya se había fijado en mí desde el vientre de mi madre y yo estaba ciega o quizá sorda, no lo entendía…

 

Era el día de Pentecostés, en la parroquia se había preparado una vigilia especial para los jóvenes que dentro de poco recibirían la confirmación, yo era una de ellos, recuerdo que esa misma noche había planes, ¡todo al agua! Tenía que asistir de lo contario no me confirmaba,  fui por compromiso no quería defraudar a mis padres y mucho menos a mi catequista, sin embargo algo había dentro de mí que andaba rondando. Al principio estaba fastidiada, aburrida, hubiera preferido estar en otro lado, pero Dios lo quiso así, se valió de un Diácono (ahora sacerdote), sus palabras calaron en mí. Éramos doscientos chicos, pero lo cierto es que solo existía yo en ese momento. Mi corta vida que llevaba estaba llena de miserias; pasaban las horas y ese encuentro se hacía más intenso, de repente empezó a dar vueltas la pregunta ¿Por qué no ser de él? Y por otro lado ¿mi familia, mis amigos? Con la frase evangélica “la mies es abundante, los trabajadores pocos”, quería gritar y salir corriendo a ver a tantos amigos míos que estaban fuera a que vivieran lo que yo estaba experimentando, pasando un tiempo lo hice pero fue inútil, fui tomada como “bicho raro”

Lo veía difícil, estaba confundida, salí como quien se dice con una espina dentro, que me tenía inquieta. Empecé a hablarlo con una hermana y me ayudo mucho a ver si Dios me quería para sí, lo estuve pensando varios meses no lograba entender, que era lo que Dios quería de mí, ¿y dónde?

Los caminos de Dios no son nuestros caminos, conocí a la hermanas Celadoras en una gira vocacional, ¡qué naturalidad y entusiasmo se veía en ellas!, su carisma me impresionó “el amor”, hable con ellas, y después de unos meses me atreví  lo manifesté  a mis padres, fue durísimo para ellos, y yo era feliz, recuerdo que les decía: “mamá  ni que me fuera a morir” ¿Por qué lloras?...Por su puesto a mí también me costo dejarlos, adaptarme  a otro estilo de vida, pero Dios estaba a mi lado. Ahora soy Juniora, han surgido dudas, caídas, pero siempre le he dicho a Jesús el “Sí” que pronuncie en mi ingreso.

Ahora me digo ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Y solo brota de mis labios gracias Señor, por tu inmenso amor.

 

martes, 19 de noviembre de 2013

EN EL PERÚ...

 LABOR


  • Colegios: Formando niños y jóvenes con valores cristianos.
  • Parroquias:
    • Atender a las parroquias que no tienen sacerdote. Cuidado del templo y sus ornamentos.
    • Asistencia a enfermos llevándoles la Eucaristía, procurándoles medicinas.
    • Preparamos a todos los Sacramentos formando parejas guías.
    • Reparto de ropa, alimentos y toda clase de material que nos viene de los donativos de 

sábado, 16 de noviembre de 2013

CARISMA Y APOSTOLADO



Las Celadoras del Reinado del Corazón de Jesús tenemos como Carisma extender el Reinado del Corazón de Cristo por medio del amor. Para hacerlo realidad nos servimos de los medios que tenemos a nuestro alcance en el trabajo donde nos movemos.

Nuestro campo de misión se extiende a catequesis, enseñanza, residencias, parroquias, misiones y todo tipo de actividad donde se pueda dar a conocer el mensaje de amor de Jesús. La Celadora tiene que arder en celo por las almas y hacer que reine el amor en todos los lugares de la tierra.
Nuestra Congregación tal como diseñó nuestra Fundadora y como se nos aprobó, está consagrada y destinada a extender su Reinado por todo el mundo.
El amor gratuito, que es Dios, hecho presente en Jesús y que ha inundado nuestros corazones por medio del Espíritu Santo y que se nos ha dado, como refiere San Pablo en Efesios 3, 1.13, "Nos llama a corresponder con la donación sin reservas de cuanto somos y tenemos, a fin de que las riquezas inagotables de la Caridad encerradas en el Corazón de Cristo sean experimentadas y conocidas por los seres humanos a quienes el Señor nos envía". (Const. nº 3).

El celo apostólico que lleva implícito nuestro nombre, nace y se nos da como don del Corazón de Cristo y quiere imitar el celo sacrificado de Jesús por vivir la voluntad del Padre que es la salvación de todo ser humano. Esta pasión por Cristo y su Reino está explicitada en estos términos por nuestra Fundadora: "La esencia de la Celadora, y del Evangelio, es arder en fuego de amor y de caridad con todo prójimo sea como sea" (M. Amadora, nº 52)

Característica esencial la CARIDAD  que todos los miembros manifestamos tanto en los pequeños detalles como en cualquier servicio generoso, y la expresamos conforme a las actitudes del Corazón de Jesús en forma de misericordia, acogida, compasión, servicio generoso y de amor sin límites.


 

sábado, 9 de noviembre de 2013

CELADORAS DEL CORAZÒN DE JESÙS -


¿QUIÈN ES AMADORA
 GÒMEZ?

La Madre Amadora Gómez Alonso nació en un pueblo de Salamanca el 31 de enero de 1907. Ya desde muy joven sintió que Dios la quería para sí, y a los quince años se entregó al Señor e ingresó en la Congregación de las Siervas de San José, donde tenía ya dos tías religiosas. Ella misma dirá en su diario: "Efectué mi ingreso en la Congregación a los 15 años y estuve encajada, satisfecha y entregada a Dios en ella".

Siente en su interior muy profundamente que tiene que dedicarse a los pobres y abandonados y ve que en su Congregación no podía realizar el deseo que el Corazón de Jesús insistentemente le pedía. El Señor quiere de ella otra forma de vida pero todo fuera de su Congregación. Ella misma nos dice: "Venía sintiendo en mi interior las frases que en tono lastimero se me venían repitiendo: 'Tengo ansias de reinar', 'Mi Corazón tiene insaciable sed de almas', 'Sígueme en mi Obra de Amor', 'Los pobres, los abandonados...' ". Así se lo hizo sentir el Corazón de Jesús. Y abandonada, puesta en sus manos y con una fe fuerte a lo que Dios le pedía, el 25 de marzo de 1942, pronunció su incondicional "¡Fiat!" entregándose por completo a la obra que el señor le pedía: la Congregación de Celadoras del Reinado del Corazón de Jesús. Después de muchas vicisitudes deja su querida Congregación de las Siervas de San José poniéndose en manos del Señor e iniciando su nueva aventura.

Movida por su ardoroso celo, su deseo de almas y por su ansia de extender el Reino del Amor de Cristo, su vida transcurre llena de entrega y de sacrificio constante. Su ardor por el Reino le lleva abrir nuevas comunidades y a ayudar a muchas personas necesitadas, pero siempre le acompañaba su mala salud que cada vez era más delicada y precaria.

Aquejada por una rápida diabetes, marcada por el sufrimiento y por el ansia de ver extendido el Reino de amor del Corazón de Cristo, muere en Valladolid el 3 de mayo de 1976, Fiesta de la Santa Cruz. Sus hijas acogimos su deseo de morir junto al Santuario del Corazón de Jesús tan querido por ella y allí permanecen sus restos esperando que un día, no muy lejano, la veamos glorificada.

FOTOS VARIADAS



















EL SACERDOCIO


EL SACERDOCIO





La vocación al sacerdocio es
 
Un misterio de amor entre un Dios que llama por amor y un hombre que le responde libremente y por amor.

Un llamado a ser puente entre Dios y los hombres.

Un llamado a seguir en el mundo, para salvarlo, pero sin ser del mundo.

La decisión de un joven que quiere dedicar su vida a ayudar a sus hermanos a salvar sus almas y hacer este mundo más como Dios lo pensó.

La vocación al sacerdocio no es:

Un sentimiento: se suele decir que "siento la vocación". En realidad la vocación no se siente. Es, más bien, una certeza interior que nace de la gracia de Dios que toca mi alma y pide una respuesta libre. Si Dios te llama, la certeza irá creciendo en la medida de que tu respuesta vaya siendo más generosa.

Un destino irrevocable (ineludible): Muchos creen que el que tiene la vocación "se va porque se va". No. La vocación es un misterio de amor y el amor es siempre libre. Si yo no respondo con generosidad, el llamado de Dios queda frustrado.
 
 
 
 
 
 
 

EL MATRIMONIO





   EL MATRIMONIO




El Matrimonio fue instituido por Dios cuando creó al hombre y a la mujer. Para los cristianos, Jesucristo lo elevó a la dignidad de sacramento; un sacramento que da a los esposos una gracia especial para ser fieles una al otro y santificarse en la vida matrimonial y familiar, ya que el matrimonio cristiano es una auténtica vocación sobrenatural.

El matrimonio religioso se establece con el consentimiento libre de cada uno de los dos contrayentes manifestado ante el representante de la Iglesia. Por su naturaleza está ordenado a la generación y la educación de los hijos, al amor y ayuda entre los esposos y a su santificación personal.

¿Qué es?

v  El Matrimonio es el sacramento que santifica la unión indisoluble entre un hombre y una mujer cristianos, y les concede la gracia para cumplir fielmente sus deberes de esposos y de padres.

vLas propiedades esenciales del Matrimonio son: unidad, indisolubilidad y apertura a la fecundidad.